
De chef de televisión tejano en la gestión de productos
Fredy Bauer forma parte de B.PRO desde hace 20 años y aporta una perspectiva muy especial. Y es que el actual experto en asesoría de aplicaciones y gestión de productos solía estar en los fogones él mismo, entre otros, en Estados Unidos. En esta entrevista nos habla de su trayectoria desde el día a día en la cocina hasta el desarrollo de productos, de cómo han cambiado las cocinas profesionales en las dos últimas décadas y de por qué el conocimiento práctico es imprescindible para el desarrollo de soluciones modernas.
Señor Bauer, este año celebra su 20.º aniversario en B.PRO. Antes de hablar de su trabajo, ¿cómo empezó su carrera?
Empecé a estudiar cocina en 1979. Fue un paso natural para mí: vengo de una familia con granja y la comida siempre ha desempeñado un papel importante para nosotros. Además, mi madre cocinaba de maravilla. Muy pronto me di cuenta de que yo también quería poder hacerlo. En aquel momento, era totalmente impensable que algún día me dedicaría a este sector.
Después de aquello, pasó por muchas etapas. ¿Qué experiencias son las que más le han marcado?
Durante más de 25 años, mi trabajo me ha llevado a cocinas de todo el mundo. El tiempo que pasé en Estados Unidos me marcó especialmente: trabajar en Texas con veintipocos años fue una experiencia increíble. Allí había varios alemanes que trabajaban en los fogones de tres restaurantes, y a los comensales les parecía fascinante cuando en el menú encontraban la típica «German Cooking». Intercambiábamos ideas, teníamos casi total libertad y dimos rienda suelta a nuestra creatividad. Incluso aparecimos en la serie documental de televisión «Great Chefs of the West».
Siempre elegí mis etapas profesionales para poder ir a lugares interesantes que no me habría podido permitir de forma privada. Esto me llevó al continente africano, por ejemplo, y también a las altas montañas de Suiza, a la hermosa Engadina.
Así pude descubrir el mundo y, al mismo tiempo, sus cocinas. En 1988 completé la formación de chef de cocina en la escuela de hostelería de Heidelberg. Fue un paso importante para asumir responsabilidades de gestión.
En 2005 se pasó a la industria. ¿Cómo surgió?
En aquel momento, Blanco —ahora B.PRO— buscaba un chef que le asesorara sobre las aplicaciones. La idea de poder implementar la experiencia que tengo en cocina en un ámbito nuevo me atrajo de inmediato. Al fin y al cabo, conocía muchos de los productos por haberlos utilizado yo mismo. Y también me apetecía poner mis conocimientos al alcance de los demás.
Aun así, el cambio fue enorme. En la cocina se trabaja por turnos, a menudo siete días a la semana. De repente, tenía un horario de trabajo fijo y los fines de semana libres: fue un choque cultural, aunque he de decir que de los agradables.

¿A qué se dedicaba exactamente en la asesoría de aplicaciones y qué papel sigue desempeñando esta hoy en día?
Acudíamos a las instalaciones de los clientes, nos implicábamos en sus procesos y estudiábamos cómo podíamos optimizarlos. Por ejemplo, a hospitales, residencias de la tercera edad y restaurantes de empresa. Se trataba de utilizar la tecnología moderna para aumentar la calidad, acortar distancias y ahorrar tiempo.
Mi ventaja era que no solo conocía la cocina por los libros, sino por mi experiencia. Hablando con los gerentes de cocina in situ, enseguida nos pusimos de acuerdo y pudimos abordar juntos los problemas existentes. Es como al comprar una bicicleta. Es mejor escuchar a alguien que hace ciclismo. Esta credibilidad no puede crearse de manera artificial. Y esto es precisamente lo que genera confianza y, a menudo, la confianza desencadena asociaciones a largo plazo.
Actualmente también es así. Aunque ahora estoy sentado al escritorio con más frecuencia y muchas cosas son digitales, la asesoría de aplicaciones sigue formando parte de mi trabajo. Ya sea en la planificación de proyectos, en la coordinación con el distribuidor especializado o en las reuniones directas con los clientes: la experiencia de la cocina siempre acaba incluyéndose. Y precisamente porque los procesos y la tecnología cambian, sigue siendo tan importante adoptar esta perspectiva práctica.
¿En qué le ha beneficiado y le beneficia especialmente su pasado como cocinero?
En muchas situaciones típicas y prácticas. Por ejemplo, si un cliente quería mantener frescas las ensaladas cuando fuera hacía 35 grados y el sol les daba directamente, teníamos que encontrar una solución: hay límites físicos, por muy bueno que sea el aparato. Ahora también trabajo en gestión de productos. Allí me aseguro de que los productos puedan soportar las altas exigencias de una cocina profesional, y de que estén diseñados de forma que los procesos de trabajo sigan siendo lo más sencillos posible.
¿Qué hace especialmente valiosa la combinación de asesoría de aplicaciones y gestión de productos?
Acompaño a los productos desde la idea hasta su uso diario. En el departamento de desarrollo aporto mi experiencia y en el de ventas, ayudo a explicar las ventajas. E internamente, formo a nuestros colegas para que no solo conozcan los productos por los folletos, sino para que también los experimenten la práctica. La teoría está bien, pero haber apretado algún tornillo alguna vez marca la diferencia.

Si echa la vista atrás a los últimos 20 años, ¿cómo ha evolucionado la distribución de alimentos?
En el pasado, la tecnología era sencilla, si la comparamos con la de hoy, tiene que documentar, comunicar y controlar los procesos. La gestión de la cocina tiene una enorme responsabilidad, todo requiere tener una trazabilidad. A esto se añade la escasez de mano de obra cualificada: hay que automatizar muchos procesos porque, sencillamente, falta personal. B.PRO se ha propuesto aportar soluciones adecuadas a estos retos. Al mismo tiempo, la cocina sigue siendo un oficio manual, así que unir estos dos mundos es apasionante.

Le sigue gustando cocinar en su vida privada, ¿es cierto que ha equipado su cocina con productos B.PRO?
Sí, la cocina de mi casa está construida en torno a una estación de frontcooking COOK I-flex de B.PRO, con campana de extracción integrada. Es mi isla de cocina: allí cocino como en una cocina profesional, pero en un entorno privado. Para mí, eso es vivir con pasión, y también me gusta invitar a mis colegas para demostrarles que nuestra tecnología no solo funciona en el trabajo, sino también en casa.
Pasar 20 años en la misma empresa es algo raro hoy en día. ¿Qué le ha mantenido en B.PRO?
Nunca ha habido dos días iguales, siempre había algo nuevo que aprender y organizar. Lo que más me gusta es que puedo utilizar mis raíces como cocinero a diario. Y eso hace que el trabajo sea auténtico.
¿Y qué le motiva para el futuro?
Ayudar a diseñar nuevos productos, transmitir mis conocimientos y conseguir que los compañeros jóvenes se entusiasmen por nuestra industria. Yo mismo he podido comprobar lo valiosa que es la experiencia práctica. Por eso quiero seguir tendiendo puentes entre la cocina y la tecnología, entre el pasado y el futuro.
- B.PRO Benelux BV
Rutas directas, tiempos de respuesta cortos y un equipo que cubre tres países y tres idiomas: B.PRO Benelux BV está cerca de sus clientes y conoce perfectamente las particularidades del mercado.
- El equilibrio entre el trabajo y la alimentación como imán para los empleados
Un estudio reciente lo demuestra: un catering de empresa de calidad es una ventaja competitiva bastante subestimada en la batalla por personal cualificado. Consigue, incluso, que aumente de forma demostrable la productividad del personal.
- Invitados en B.PRO: «meet & work»
En la reunión de la red en Oberderdingen, la atención no solo se centró en la digitalización y la sostenibilidad, sino también en el intercambio personal. No en vano es un factor clave para el sector de la gastronomía.